Yo participé, teniendo 11 años, de una broma (pesada) muy bien hecha en la ciudad de Sullana. Ocurrió en la calle Lima en la cuadra 6. Allí existía una quinta (agrupamiento de casas con una sola entrada y con un patio central) donde vivían o era propietarios los Zapata, no estoy seguro. Domingo Z. era un amigo ocasional. Él era más amigo de Beto Lozano porque eran vecinos.
Nosotros nos reuníamos con Beto, Domingo, los Cherrez a participar de esta enjundia.
Por debajo de la vereda que estaba en la entrada de la Quinta, existía un ducto de desagüe para evacuar agua de las lluvias, que por esos tiempos nunca ocurrieron. Estamos hablando del año 1971 ó 1972. Pues, Domingo,los días sábados, en nuestra compañía, tomaba un billete de 10 soles y lo unía a un hilo de nylon transparente de más o menos 3 metros de longitud. Luego preparaba el anzuelo. Deslizaba el billete desde la entrada de la Quinta, por debajo del ducto hasta colocarlo a nivel del final del ducto, justo en el límite de la vereda con la pista. Y en sus manos tomaba el final del hilo de nylon. La idea era que un transeúnte viera el billete casi asomando en el ducto. Se agachara a recogerlo y en ese preciso instante, Domingo jalaba el nylon y el billete desaparecía. Y la ambición y la desesperación de la víctima aparecían y crecían como plagas.
Nos parábamos a observar como la gente exponía su miseria apenas veía el billete. Primera lección: el dinero no cambia a las personas, solo las muestra. Por ejemplo, una señora venía caminando, luego no podía creer lo que veían sus ojos. Miraba de reojo y saltaba a tomar el billete y "misteriosamente los 10 soles corrían a esconderse en el ducto". La señora era presa del pánico y nos pedía ayuda. Jovencitos préstenme una escoba porque se me acaba de caer un billete de 10 soles. Y Domingo que le decía, pero nosotros no hemos visto nada. Y la señora que defendía con garras el billete atleta. Por Diosito, jovencitos, por el Cautivito ( nosotros aguantábamos la risa y pensábamos, pobre Cautivito) que yo traía 30 soles, y a continuación sacaba su cartera y nos mostraba 2 billetes de 10 soles y nos decía, ven, me falta uno. Y se olvidaba del reuma (desde entonces nos convencimos de que el billete tiene propiedades curativas) y se agachaba y ponía la cara casi al nivel del suelo y cerraba un ojo para tener una mejor visión en el ducto o tal vez para ver mejor su milagro de ese día. Segunda lección: los milagros suelen verse mejor con un solo ojo. Los guiños de flirt cuando atrapan a la presa son el mejor ejemplo de un milagro. Después la señora pedía ver el otro extremo del ducto que estaba sobre nuestros pies. Para ello Domingo ya había recuperado totalmente el billete. Venía la señora y después de unos minutos se rendía y nos hacía una invocación précica, por favor jovencitos si ven mi billete me lo guardan. Y un coro se escuchaba: vaya tranquila señora, ojalá que lo encontremos. Por donde vive. Y ella, no se molesten jovencitos, mañana vuelvo a ver si tienen alguna novedad sobre mi billete. Y así caían en nuestra trampa algunos señores, otras damas. Lo único que tenían en común era que todos se transformaban en los buscadores del arca perdida.
Nuestras horas de burla terminaron cuando apareció un tipo que pareció no ver el billete, se acercó y luego en un instante fatal lo pisó sin darle tiempo a ninguna reacción de Domingo. Luego el sujeto, recogió el billete, lo besó con una pasión heterosexual y nos dijo: "Que suerte, jóvenes, este billete me ha caído del cielo". Y nosotros que explotamos de risa y Domingo rojo de cólera nos espetó:"Es la última vez que arriesgo mi billete. Si quieren hacer la trampa otra vez, alguien de ustedes tiene que prestar su billete". Es así que la trampa empezó a morir.Tercera lección: Que cómodo es arriesgar el dinero de otros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario