Hoy recordé con mi hijo Elí, quien ahora radica en USA la siguiente anécdota : Estábamos visitando las galerías de las catacumbas del Convento de San Francisco en el centro de Lima. Mi hijo tenía en ese entonces 7 años. Y en el recorrido subterráneo pasamos al costado de una fosa con varias osamentas. Y ví que estaban cerca a nosotros unos niños observando muy interesados los restos óseos y no obedecían a su mamá que los llamaba para continuar el recorrido. Entonces le quiñé el ojo a mi hijo y le susurré diciéndole, pregúntame de quién son esos huesos. Mi hijo ya sabía que era una de mis bromas y prestándose al juego me preguntó en voz alta ¿papá, de quién son esos huesos? Y yo le contesté, son de unos niños que se perdieron el año pasado. Por supuesto que los niños que estaban cerca, tragaron saliva, nos miraron y se fueron rápidamente en busca de su mamá. Y nosotros sonreimos.
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